¿Ser o no ser pornochacha? Te cuento mi experiencia
A estas alturas seguro que ya no te extrañará leer prácticamente nada de lo que escribo en esta página, porque estarás al tanto de mis aventuras sexuales, probando siempre algo distinto, llevando la pasión y la lujuria un paso más allá. Me encanta ser esa amante viciosa que hace siempre lo que quiere y que disfruta, dándole igual lo que piensen los demás. Creo firmemente que estamos aquí para pasarlo bien, para gozar, y no para estar todo el tiempo llorando o lamentándonos por lo poco que ganamos, lo que no podemos comprar o lo que no podemos hacer porque “no está bien visto”. Eso no sirve para mí. Yo quiero ir mucho más allá. Por eso me meto siempre en nuevas aventuras que a veces salen bien y otras, también hay que decirlo, no tanto.
Sin embargo, hay ocasiones en las que las cosas salen incluso mejor de lo que una espera. Porque las expectativas nos juegan malas pasadas y nos acostumbramos a no elevarlas demasiado, pero cuando ce superan… Hay algo mágico en esos momentos, en la manera en la que podemos disfrutar de la pasión y del morbo si nos dejamos llevar. Lo que os vengo a contar hoy es cómo me convertí en una auténtica pornochacha, una fantasía para muchos hombres –y también muchas mujeres-, que me permitió disfrutar de una experiencia muy novedosa, divertida y sexy. Si tú también estás pensando responder a ese tipo de ofertas de trabajo y quieres conocer un poco sobre miexperiencia, sigue leyendo, porque creo que te puede interesar mucho esta historia.
Antes que nada ¿qué es una pornochacha?
Antes de meternos en harina quiero explicar realmente lo que significa el concepto “pornochacha”, porque seguro que todavía hay algún despistado o despistada que no lo conozca. Una pornochacha es una persona, normalmente una mujer, que se ofrece a limpiar la casa, hacer la colada, limpiar los platos y demás tareas del hogar, pero llevando solo ropa interior o a veces incluso totalmente desnuda.
Supone un extra morboso para la persona que vive en esa casa, que no solo obtiene a una chacha que le haga las tareas del hogar, sino que también se alegra la vista con un cuerpo bonito con poca o ninguna ropa. Y claro, de estar limpiando desnuda a ir más allá hay solo un paso, que no es obligatorio, pero que en las condiciones idóneas puede ser muy apropiado…
La mañana en la que encontré la oferta
Después de dejar mi último trabajo porque me aburría como una ostra, empecé a buscar empleos por toda la red. Había un montón de páginas con ofertas de trabajo igual de aburridos que ese que yo acababa de dejar, así que seguí buscando y di con una oferta diferente, que me llamó mucho la atención. Decía algo como “Se Busca Pornochacha. Tareas del hogar desnuda. Trato amable. Pago excelente”. Era una anuncio corto y directo, perfecto para lo que estaba buscando.
Me llamó especialmente la atención lo de hacer las tareas del hogar desnuda. Pensé que era algo que ya hacía en casa todas las semanas así que, ¿qué más daba hacerlo en casa de otras personas? Además, el punto morboso de que me vieran desnuda mientras limpiaba también me ponía cachonda, para que nos vamos a engañar. Así que llamé al teléfono que aparecía en la oferta, y en un par de días ya estaba trabajando en aquella casa.
Todo empezó como una limpieza normal
Cuando llegué a la vivienda comprobé que era un adosado en un barrio elegante de la ciudad, una casa grande con dos plantos y varias habitaciones. Al principio me asusté un poco, porque pensaba que sería demasiado trabajo, pero volví a tranquilizarme enseguida al conocer al dueño de la casa. Treinta y muchos, recién divorciado, muy atractivo y con un buen trabajo que le permitía pagarse a una chica como yo.
Me dijo que no hacía falta que limpiase toda la casa, solo algunas habitaciones, y que mi uniforme sería un conjunto de lencería negra que él mismo había elegido. Era precioso y no dude en ponérmelo desde el primer momento. Me paseaba por toda la casa limpiando, aunque tampoco ponía mucho empeño, la verdad. Solía rondar por los cuartos donde estaba mi jefe, mientras sentía su mirada lujuriosa sobre mi cuerpo.
Directos a la acción
Cuando llevaba pocos días allí me manché el sujetador del conjunto limpiando, y con mucha picardía, le dije a mi jefe que iba a meterlo a lavar. Sin embargo, no me puse nada encima. Me quedé en topless, delante de él, limpiando de una forma cada vez más provocativa… y no tardé en despertar su lado más salvaje. Se levantó y vino hacia mía para besarme de manera apasionada.
Mientras jugueteaba con mis pechos yo le iba desnudando, y comprobé que estaba tan bueno como me había imaginado en mis fantasías cachondas. Me agaché para chupársela durante un buen rato, mientras le miraba fijamente. Luego él me subió sobre la mesa de la cocina y empezó a penetrarme primero muy suave, y luego a lo bestia, cuando comprobó que yo tenía aguante. Fue un polvo espectacular y cuando se corrió sobre mis tetas, como buena profesional, yo lo limpié absolutamente todo.
Me encanta grabarme ejerciendo como tal
Después de aquel primer encuentro la cosa ha ido subiendo de intensidad en las últimas semanas. A veces no acabamos haciéndolo, y simplemente quiere que me pasee por allí con un plumero y mi conjunto de lencería. Otras lo hago totalmente desnuda, para encender su deseo. En muchas ocasiones coloco una cámara en la cocina, que es donde más me gusta estar, y grabo todo lo que pasa.
Esos días, por supuesto, me comporto de una manera mucho más traviesa y cachonda para que no pueda resistirse a follarme allí mismo. Lo grabo todo y luego lo veo en casa, disfrutando de mi nuevo trabajo, que desde luego no es mi mucho menos aburrido.